6 de enero de 2019

Relato para #cuentosdeNavidad (Zenda)


¡Hola a todos!
Este es mi relato para el concurso que organiza Zenda de cuentos navideños. Quiero intentar desarrollar mi creatividad este año y, ¡que mejor que un concurso de relatos! Hace siglos que no participaba en ninguno. Para añadirle una dificultad extra, he decidido incluir tres palabras elegidas por otra persona. En este caso serán "plaga de sapos", "máscara" y "estanque". Mi texto tiene que tener entre 100 caracteres y 1000 palabras y la temática tiene que ser navideña. Si queréis participar, aún estáis a tiempo hasta el 06/01 a la noche. Este es el aesthetic que he escogido para mi relato, y mi texto a continuación. 


Imagen de girl, party, and maskImagen de winter, snow, and tree
Imagen de CupCakeImagen de fireworks, light, and new year


Campanadas enmascaradas

31 de diciembre de 2015

Querido diario,

Hoy es treinta y uno de diciembre. Sólo faltan unas pocas horas para cambiar de año. Me dispongo a acicalarme frente al espejo y no puedo evitar pensar en que una vez más, he abusado de los aperitivos de foie gras. Para ser totalmente sincera conmigo misma, me es indiferente. Soy fiel creyente de la expresión popular « que me quiten lo bailao », y aún más en estas fechas. La vida no se vive igual con restricciones. Asimismo, este 2015 me ha enseñado a no escuchar las críticas destructivas. Parecerá una tontería, pero soy de las que creen que año nuevo rima con vida nueva. Unos cuantos propósitos, un poco de suerte y voilà, todos mis sueños realizados. Pobre ilusa... Ni siquiera me atrevo a cambiar de corte de pelo. Las cosas cambian si tú misma provocas los cambios, no hay otra manera.

Más tarde, asistiré al evento más anhelado de todo el año. Celebraremos nochevieja en casa de Juan García, hijo de los amigos de mis padres. Tiene una mansión faraónica situada junto al estanque de Toadpond, que ahora estará helado. Las malas lenguas dicen que su familia pudo adquirirla gracias a la plaga de sapos que hubo en 1950 en sus cercanías. Sea verdad o no, la familia de los García es la más rica de toda la ciudad y sus fiestas ya son una referencia para los habitantes. Va prácticamente toda la juventud del pueblo y siempre es un placer repetir. El año pasado hicieron una fiesta de disfraces y un concurso. Ganó un chico disfrazado de perrito caliente, para variar. Este año cambia la temática por otra que me hace especial ilusión : asistiremos a un baile de máscaras. 

Llegamos hacia las diez de la noche con Laura, Tom y Chick, mis mejores amigos. El sitio, majestuoso, está decorado con multitud de adornos murales, guirnaldas y lucecitas de navidad. Varias vidrieras decoran el salón, y desde el interior se puede ver el estanque congelado. Parece un castillo de cuento de hadas. Suenan canciones de los 80, y los invitados se mueven al ritmo de la música por la gran pista central. Lo primero que hacemos es divisar al anfitrión entre la multitud, ir a saludarle y agradecerle la invitación. Juan viste elegante, con un traje beis y una máscara con forma de pico de águila azul náutico que le cubre la mitad de la cara. Le acompaña una chica a la que no he visto antes. Ella también va muy arreglada, con un vestido azul navy largo con escote corazón, a juego con la máscara de Juan. Parece que lo han hecho a propósito. 

Pasamos gran parte de la velada hablando con ellos, y más tarde nos quedamos con la chica ─ cuyo nombre es Sofía ─ y más amigos de la universidad, tomando copas, riéndonos, charlando, y bailando. Es una velada espectacular, muy agradable. No obstante, llegan las campanadas. Gritamos de la emoción. Nos abrazamos, nos deseamos un feliz año nuevo, y para hacer la gracia, Chick (achispado, con tres copas de más) le quita la máscara a Sofía. Cuál es mi sorpresa al ver que no me es desconocida. Sofía fue la desgraciada que me robó mi novio del instituto. Me pasé semanas llorando por su culpa y deambulando por casa sin querer salir. Mis padres estaban desesperados, y lo único que se les ocurrió fue mandarme a pasar las vacaciones de verano a casa de mi abuela, perdida en medio del campo. Lo último que supe de Sofía era que se había mudado a otra ciudad por el trabajo de su padre. No pensaba que volvería a verla.

De la sorpresa, me quito la máscara y la fulmino con la mirada. Enseguida me reconoce, y cuál es mi asombro cuando me estrecha entre sus brazos. Será por el contexto, o porque esas peleas de niños ya no tienen importancia, o porque en ese momento da todo igual... El caso es que le devuelvo el abrazo. No sé lo que me deparará 2016, pero en este instante, tengo la certitud de que merece la pena perdonar. Es una sensación magnífica, y sólo logra mejorar mi estado de ánimo. « Si quieres triunfar en la vida, perdona y olvida » decía mi abuela. A la hora de despedirnos, le propongo vernos de nuevo para ir a patinar sobre el estanque. Me contesta encantada que sí querría, y sé que acabo de ganarme una amiga.

─ Iris


Fuente imágenes : weheartit

1 comentario:

  1. Hooooola!
    Ay, he de decir que no conocía este libro, así que me lo llevo anotado para ver qué tal. MIL GRACIAS POR LA RESEÑA !!! Ya veré si me animo con esta lectura, no sé...
    Un beso! Nos leemos :)

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